Si algo se debe recordar (con decepción) de la gestión que fenece en el GORE es el hermetismo y autoritarismo con que el gobernador intentó estos cuatro años, dirigir y administrar los recursos de los piuranos.
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Divorciado de la prensa y con serios cuestionamientos por la incapacidad para invertir el presupuesto regional, este gobernador se va, pero antes debe rendir cuentas, pues el dinero de la región es de todos los piuranos.
Como bien lo aclara el decano del CIP, cuando los ciudadanos eligen en las urnas, no están otorgando un título nobiliario ni entregando un reino a la nueva autoridad, sino la administración de recursos de una región y esperan, que tal y como se vendió en campaña política, sea un buen gestor y mejor autoridad, no un reyezuelo que haga y deshaga a su antojo sin que dé cuenta a nadie de sus actos.
Fiel a su estilo, el gobernador seguro se irá informando de su gestión a la prensa que le es fiel por conveniencia, por tanto es tarea de la nueva gestión auditar su administración, porque en este caso y en otros más no vale el “borrón y cuenta nueva”. Los piuranos tienen derecho a saber cómo se gastó su dinero en estos últimos cuatro años.
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