Quienes piensan que el 2022 regresa la normalidad en la enseñanza escolar, se equivocan.
Los horarios presenciales en zonas urbanas serán de solo 4 horas, no más. Quiere decir que asistirán por grupos; las demás horas seguirán conectados a los dispositivos tecnológicos para recibir clases. Si algún escolar se infecta, el centro educativo entra automáticamente en cuarentena por 14 días.
Las actividades escolares serán limitadas, incluso, hasta los quioscos, cafeterías o comedores en las escuelas seguirán cerradas. El problema de estos horarios –para especialistas en educación-, es que no solo afecta el tiempo de enseñanza normal que deberían tener los estudiantes, sino también a la propia familia, considerando que muchos padres son quienes transportan o los acompañan a las escuelas. Estos horarios los ponen en serios aprietos.
Lo irónico es que hasta ayer nadie respondía sobre los criterios técnicos tomados para estos horarios; ni siquiera el ministro de Salud. Lo cierto es que sigue siendo más fácil abrir cines, estadios y centros comerciales que las escuelas. Ni siquiera hay aún ministro de Educación mucho menos reporte de estado de las escuelas.
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