Manuel Merino de Lama debe estar frotándose las manos y haciendo una serie de conjeturas y cálculos políticos de lo que podría hacer y ser con la banda presidencial, de prosperar la vacancia.
Mientras tanto, el controvertido Edgar Alarcón, se felicita porque ha logrado con este escándalo postergar el debate de la reforma política y posiblemente las elecciones del 2021; además de sus investigaciones.
Martín Vizcarra, mientras tanto, debe estar evaluando la mejor estrategia para contraatacar al Congreso por esta llamada conspiración.
El mandatario tiene varias alternativas, desde el camino penal, el constitucional o competencial; incluso recurriendo a los organismos internacionales para defender su mandato.
Sin embargo, más allá de estrategias y ataques, este enfrentamiento de poderes en medio de una crisis sanitaria y económica, no solo ha polarizado al país, sino que podría arrastrarlo a otra gran crisis de imprevisibles consecuencias a futuro: ¿Será mejor un presidente como Merino? ¿Podrá Merino solucionar los problemas graves del país o terminará por hundirlo? ¿Será mejor lo malo conocido o lo bueno por conocer?