El Perú en la última década se ha vuelto un país casi ingobernable por la crisis política constante que no solo enfrenta a partidos y líderes políticos sino que afecta a la economía y a toda la sociedad.
Con la elección de Pedro Castillo, si alguien pensó que menguaría la tormenta, se equivocó; está se ha tornado en una amenaza de destrucción incalculable, según analistas internacionales, lo cual podría arrastrar a los peruanos a la desolación en los próximos años.
¿Dónde nace esa inestabilidad? Los analistas coinciden en que la madre de todos los males son la corrupción e impunidad. Hoy los políticos dan clase magistral de manipulación, intercambio de favores, traiciones y presiones políticas, las cuales están totalmente desvinculadas al interés general de los peruanos. Es como si los políticos tuvieran como rehén al Estado y también a los ciudadanos.
La impunidad es el segundo elemento que favorece la corrupción; ¿cómo lograr justicia y sanción en un país secuestrado por los políticos en busca de poder y dinero? Una pregunta difícil de responder sobre un sistema podrido y en el que los ciudadanos desconfían hasta de las mismas “campañas anticorrupción”.