Sobre el proceso electoral se cierne una nueva sombra con la declinación irrevocable (no renuncia) del representante del Ministerio Público, Luis Arce, a integrar el pleno del JNE. Esta decisión provocó un cisma al interior del ente electoral que se queda sin quórum y, por tanto, bloqueada a cualquier deliberación o controversia en el presente proceso electoral.
Arce no puede renunciar porque el cargo es irrenunciable, pero sí declinar o abstenerse de participar en las deliberaciones del JNE, y lo hace en un momento en que arrecian las denuncias legales y públicas de presuntas irregularidades en esta segunda vuelta electoral. El tema, por supuesto, sirvió políticamente para cuestionar a Arce y su sospecha de acercamiento a los “cuellos blancos”.
Esta decisión, en efecto, complica más el proceso electoral y alarga la agonía de definir a un ganador en segunda vuelta. Por otro lado, también abre una brecha para dudar y deslegitimar el proceso, acrecentando más la desconfianza sobre la actuación del JNE. Los críticos, por supuesto, aprovecharon para demandar una auditoria internacional y conocer cómo es que se manejó el presente proceso electoral.