Muchos analistas coinciden con las opiniones del ex defensor del Pueblo, Walter Alva, en el sentido de que el actual congreso se ha despojado de todo escrúpulo e intenta acaparar muchos poderes del Estado. ¿Falso? Este parlamento con altos índices de desaprobación (88 % según IEP) ha metido mano en el Tribunal Constitucional; ha desarticulado a la Sunedu; intenta ahora tomar por asalto al JNE; ONPE y Reniec, y, como golpe de gracia acallar a los mensajeros (la prensa y a los periodistas con una ley mordaza para que no divulguen o investiguen sobre andanzas y trapacerías).
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Además, el todopoderoso parlamento acaba de ratificar su poder eligiendo a su “propio Defensor del Pueblo” para blindarse luego de las denuncias judiciales, y, en un acto de “agradecimiento”, ha premiado a Los Niños, librándolos de la investigación por tráfico de influencias y organización criminal. Al final votaron por archivar la denuncia porque se alinearon en la elección del defensor de Keiko y Vladimir Cerrón.
Un congreso como este resulta peligroso para la institucionalidad democrática y el país, pues a todas luces, intenta tomar también el sistema de justicia.