Piura se ha convertido en la región del sufrimiento. No acabamos de salir de la COVID-19 y vienen las lluvias torrenciales. Se van las lluvias y nos cae la epidemia del dengue. Lo reprochable es que, en estos tres eventos, con las consecuencias económicas por daños a la infraestructura pública y la salud, el gobierno de turno se ha hecho el desentendido, monitoreando todo desde Lima.
PUEDES LEER ? Editorial: Cuando el río suena… es porque piedras trae
Con el dengue no es la excepción, la ministra de Salud llega por horas y se vuelve apurada a la capital; la presidenta Dina Boluarte ni siquiera menciona a Piura en sus oraciones o en su agenda del día, mucho menos se le ocurre un plan de contingencia para dotar de medicamentos, reactivos para pruebas y suero que han desaparecido de las farmacias y boticas.
Si así de indiferente actúa el gobierno frente a un problema de salud pública, ya podemos imaginar lo que pasará con la rehabilitación y reconstrucción de la región. En otros países, con funcionarios pensantes y ejecutivos, se habría pedido hasta el apoyo internacional para atender a los miles de pacientes que se retuercen de dolor con el dengue, ¿tan difícil será abastecer, por lo menos, de suero a los afectados?