Con el inicio del año, la presidenta Dina Boluarte volvió a prometer una lucha frontal contra la inseguridad y delincuencia; las peores lacras que hoy amenazan al peruano y al desarrollo del país. Bonito y motivador el discurso, sin embargo, es el mismo que pronunció en junio del año 2023, pero a la fecha nada ha cambiado, la delincuencia se ha vuelto más avezada, cruel y más organizada que nuestras fuerzas policiales.
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La presidenta repitió que se fortalecerá a la PNP con más efectivos policiales y más recursos. Igual promesa hizo el año pasado y solo se consiguió declarar en emergencias algunas provincias, pero esto no ha funcionado y prueba de ello es que en Sullana, donde se ha extendido la emergencia, siguen los crímenes por sicariato. Las extorsiones y la delincuencia callejera no ha cejado. Ni siquiera las FF.AA. han servido para disuadir la racha criminal.
Para los detractores de Boluarte, estos discursos son solo buenos deseos para encantar a los peruanos, porque la realidad es que su gobierno no tiene una estrategia efectiva para reducir la inseguridad en las calles, y que no solo afecta al ciudadano sino también a la inversión privada.
