Solo una cuantas lluvias leves de estación y las pistas de Piura y Castilla se volvieron intransitables, debido a que los ya famosos huecos que adornan nuestras calles y avenidas desde hace muchos años y meses adquirieron dimensiones terroríficas para los conductores, quienes temen que sus vehículos se desbaraten ante la andanada de baches y cráteres que se han abierto.
Y los huecos no solo dañan los vehículos públicos o privados, sino que también generan un riesgo para la salud física y mental de los ciudadanos. Estas grandes grietas, que no se ven durante las lluvias, pueden originar accidentes fatales para los conductores y transeúntes. En otros casos, los baches fuertes podrían provocar desprendimiento de retinas, según los oftalmólogos.
En términos generales, la destrucción de esta infraestructura pública provoca un fuerte estrés y conductas agresivas en los conductores, en especial en el servicio público. Y, como siempre, quienes pagan las consecuencias de todo este pandemonio y descuido de quienes deben mantener las vías en buen estado, son al final los ciudadanos, porque hasta los pasajes les suben sin preguntarle.
