Este año, a pesar de la crisis sanitaria y política, se termina con cierta holgura y bonanza económica producto de la fortaleza macroeconómica del país. Sin embargo, el 2022 no será tan auspicioso como muchos economistas de gobierno se atreven a vaticinar.
El crecimiento económico, según la directora del BCR, Roxana Barrantes, no superará ni siquiera el 3%. Según la funcionaria, el gobierno plantea un crecimiento de 4.8%, pero los analistas financieros no creen que pase el 3%, un “raquítico” crecimiento que pondrá en apuros la inversión pública, pues sin recursos no se puede invertir en programas sociales ni mucho menos en inversión para modernizar al país.
Culpa de ello es el susto de la inversión privada que en el país representa hasta el 80%; el populismo y la ingobernabilidad. Esta baja confianza, baja recaudación fiscal y el bajo crecimiento representan para el Perú un duro desafío, pues sería un retroceso en el desarrollo como país después de haber liderado las cifras macroeconómicas de crecimiento en los últimos 20 años. Para coronar este infausto vaticinio, el gobierno de turno se le ocurre espantar la inversión minera.