Si en el emblemático colegio San Miguel, que hoy está en el corazón de Piura, solo existen dos inodoros para las necesidades de más de mil 500 escolares de primaria, ¿cómo estarán los demás centros educativos, en especial en la zona rural donde no hay mayor atención? Bajo estas carencias y necesidades es que ciento de escuelas se aprestan a recibir a miles de estudiantes el próximo 28 de marzo.
¿Será posible que en menos de dos meses las autoridades del Minedu, de las DREP o el GORE logren reponer los servicios básicos de agua potable y energía eléctrica con abultadas deudas a EPS Grau y Enosa; poner operativas las baterías de baños; implementar carpetas y habilitar las escuelas si no lo han podido hacer a lo largo de dos años que estos locales han permanecido sin estudiantes? La respuesta es evidente.
Es necesario el retorno de los escolares a las aulas, pero es deleznable la actitud de quienes tienen la responsabilidad de mantener en buen estado las escuelas y no lo han hecho. Los protocolos contra la Covid-19 requieren de mascarillas, vacunas y distanciamiento, pero también de servicios básico para el aseo y necesidades de los escolares y eso es un derecho.