El problema no es que Pedro Castillo venga a Piura y nos mienta sobre su participación en actos de corrupción o que nos encandile con un discurso incendiario y populista; el problema es que todavía hay quienes le creen y se “solidarizan” con sus lastimeros lamentos de “humilde profesor del campo” a quien los pituquitos y la prensa no lo dejan gobernar.
El problema de hoy es que hay quienes aprueban ese adagio de “roba, pero hace obras” y por tanto, ven como “normal” que las autoridades se levanten las instituciones públicas, pues “todos lo hacen” -y Castillo no es la excepción-, solo que muchos con complejo de inferioridad creen que es mejor que uno de ellos (Castillo y cía) que son del pueblo, asalten el patrimonio público, como lo afirma el psicoanalista Jorge Bruce.
En un país donde el complejo de inferioridad y el “choleo” es deporte, hay (aun) quienes se identifican con Castillo por ello, anteponiendo incluso su propia moral, pues sienten que con Castillo están castigando a una clase dominadora y progresista, cuando en realidad están condenando a todo un país a la ingobernabilidad, el subdesarrollo y al deterioro de la institucionalidad.
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