El pedido de dos expresidentes (Manuel Merino y Francisco Sagasti) para acceder a una pensión vitalicia en su calidad de exmandatarios volvió a encender el debate. De acuerdo a ley, a ambos le corresponde ese derecho, salvo –como lo observa la norma-, que el presidente haya sido “de facto”, es decir, haya tomado el poder de manera inconstitucional.
La duda es que a Merino se le considera un golpista, obligado a renunciar a los cinco días tras protestas callejeras que dejaron dos jóvenes muertos. Sobre esto también sigue el debate, pero como la duda favorece al reo, Merino califica para la pensión así no nos guste. Sobre Sagasti no hay dudas.
Lo que se cuestiona ahora es que ambos serán premiados por servir al país sin haber participado en una elección popular. Aun así, la ley es clara y ambos deben recibir un sueldo de por vida. Merino saldrá ganando, salvo que por ética, rechace la pensión vitalicia, pero eso no será posible porque ya la pidió formalmente al Congreso. Solo queda que a futuro se norme este tipo de pensión para que se otorguen solo a presidentes elegidos en un proceso electoral. Así se evitaría premiar a quienes no lo merecen, como Merino.