En el Perú parece que no es suficiente la crisis sanitaria y económica que angustia a los peruanos; a esta grave situación tenemos que sumarle ahora una serie de “otras crisis” originadas por voluntad de los propios peruanos, en especial funcionarios públicos: la crisis moral, la crisis política y la crisis social, las cuales llevan al deterioro las condiciones de vida, trabajo, salud y bienestar de los sectores más populares de nuestra sociedad.
Toda crisis es negativa, complicada y genera inestabilidad en el país, sobre todo la sanitaria y económica que vivimos, sin embargo, eso no ha sido impedimento para que la clase política y los funcionarios públicos, en lugar de esforzarse por superarlas, generen mayor inestabilidad con sus actitudes, acciones, propuestas y aprovechamiento de los cargos como ha ocurrido con el ‘Caso Vacunagate’.
No sabemos cuándo, pero es probable que en cualquier momento aparezca un nuevo escándalo. Lo cuestionable es que después del alboroto y amenazas de sanciones, todo se olvida y los implicados salen bien librados para luego postular y volver a ostentar el poder en un cargo público. Ejemplos sobran.