El clientelismo y populismo instalado en el Congreso cumplieron su misión el último 17 de febrero: darle la estocada final a la Sunedu, la única institución que había logrado poner en jaque a 51 universidades privadas, muchas de ellas con “doctorado” en estafa y maquillaje en investigación, que no cumplían con los estándares mínimos de calidad, por tanto, la Sunedu les dio su partida de defunción… pero no murieron.
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En medio de su agonía y apelando al clientelismo y el lobby, los dueños de las universidades denegados lograron unir a 68 “entusiastas” congresistas y sus bancadas; izquierda y derecha hicieron las paces porque de por medio había varios “clientes premium”; empresarios que en las últimas décadas habían hecho de la educación un negocio millonario, logrando el control de esta institución.
Ahora la Sunedu tiene un nuevo Consejo Directivo elegido con solo cuatro representantes de siete que la integran, y que estarán a cargo de elegir al superintendente que dirigirá la contrarreforma y probable regreso de las universidades de fachada que durante muchos años lucraron y estafaron a miles de estudiantes. ¿Lograrán consumar el retorno de las ‘denegadas’?
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