Generar el caos e ingobernabilidad, y con ello el descontento social de los peruanos, sobre todo de los de menores recursos, parece ser la táctica de los cerronistas y castillistas por estos días. Ya lo están haciendo promoviendo paros y bloqueos a las principales minas del país, mientras que el Ejecutivo se cruza de brazos como lo hace también con la crisis en agricultura y el transporte.
La táctica para los analistas es clara: el gobierno y sus aliados políticos intentan avivar la protesta ciudadana y anarquía que les dé el argumento para exigir la asamblea constituyente que permita redactar una nueva constitución. Claro, a la medida de las ambiciones de los gobernantes de turno y de la izquierda, cuyo proyecto no es solo nacional sino continental.
Lo que buscan es imponer la idea de que solo una nueva Constitución acabará con la ingobernabilidad, el liberalismo económico, con la lucha de clases sociales, con los pobres, en fin con todos los males del mundo… Habría que ser muy tonto o un kamikaze para creer que dicho documento es una varita mágica que transformará al Perú tan pronto termine de ser redactada por Cerrón y sus aliados.