Los casos de corrupción que se investigan en el Gore y que ponen en serios aprietos al propio gobernador por su terca tolerancia hacia su personal de “confianza”, es solo parte de un problema mayúsculo que impacta en la ciudadanía.
¿Cuánto dinero se ha ido al bolsillo de funcionarios y empresarios? ¿Desde cuándo y con qué otras modalidades venían operando? ¿Qué otros personajes y obras están involucradas?
El resultado de las investigaciones –si se hacen con eficacia-, responderá a estas interrogantes, pero lo preocupante es el castigo que sufre la población a causa de esta corrupción. ¿Cuántos hospitales, postas médicas, colegios, carreteras y compras han sido saqueados o corrompidos en el Gore? ¿Alguien puede confiar hoy de los funcionarios regionales?
Es por culpa de esta descomposición que los proyectos se abandonan, pasan a arbitraje, demoran años o en el mejor de los casos se hacen, pero con baja calidad y defectos insalvables lo cual terminan por ser inútiles para la población supuestamente “beneficiada”. Lo triste es que la justicia es lenta y muchos de los involucrados siguen “administrando” el dinero de los piuranos.