¿A quién le creemos ahora? Por un lado las evidencias (dinero encontrado), llamadas; testigos claves (Karelim López) y los actos (como la fuga de los presuntos culpables o la entrega de cargos a familiares y amigos en el MTC, Salud y Energía y Minas) nos dicen que, en efecto, el gobierno de Pedro Castillo está rodeado de corrupción que -según el exministro Jorge Nieto- cada vez hiede más.
En el otro extremo, es Castillo, su premier Aníbal Torres y sus aliados políticos los cerronistas quienes se desgañitan y rasgan las vestiduras en las plazas jurando inocencia y acusando a la “extrema” derecha y los desgastados chivos expiatorios los “fujimontesinistas”, de querer arrebatarles el caramelo del poder, porque no perdonan que un “humilde” maestro y honrados partidarios de PL, gobiernen y quieran cambiar al Perú.
En medio, los peruanos absortos y dubitativos ya no saben cómo digerir esa politización desmadrada y deslenguada de la verdad. La dialéctica en su más pura esencia, oposición y negación de términos y frases que solo generan más incertidumbre, crisis de credibilidad y, como siempre ocurre, ventaja para la impunidad.