A los piuranos les encanta la playa, pero también la juerga que pueden armar entre el sol y la arena. Y eso es lo que está ocurriendo sin control alguno en los diferentes balnearios de nuestro litoral. No es que esté mal respirar brisa marina y darse un chapuzón en el mar, lo malo es que se esté aprovechando de este placer para organizar fiestas y reuniones masivas, a pesar de estar prohibido por el riesgo de contagios por el coronavirus.
En Colán y Máncora, la meca de la juerga veraniega, ya vocean fiestas por Halloween y la Canción Criolla; mientras tanto, la afluencia de visitantes crece cada fin de semana conforme se calienta el ambiente; pero a pesar de ello, hasta el momento las autoridades regionales y municipales ni siquiera han dado a conocer el plan de contingencia o de seguridad para evitar concentraciones masivas.
En Lima, los alcaldes han aprobado presupuesto para baños portátiles, sistemas de limpieza, duchas y seguridad para controlar la afluencia en las playas. Aquí en Piura parece que seguimos confiados y permisibles; esperando quizás un rebrote de contagios y víctimas del COVID-19 para recién actuar asustados.