El Bicentenario que en dos semanas celebra el Perú, lejos de ser una ocasión significativa y festiva, encuentra a los peruanos divididos por la política, agobiados por el resentimiento ancestral del centralismo y, por otro lado, aterrados por lo que pueda pasar en los próximos meses con un nuevo gobierno de corte socialista.
Igual, este Bicentenario nos encuentra sumergidos en escandalosos casos de corrupción, de impunidad descarada y hasta de inseguridad, sin mencionar otros problemas como la violencia, discriminación, analfabetismo y hasta desnutrición de menores en las zonas rurales. Lamentablemente y a pesar del logro macroeconómico que exhibimos, no hemos podido combatir estos males.
Este Bicentenario, sin embargo, podría convertirse en el hito desde el cual impulsemos el desarrollo de un nuevo Perú; no solo con monumental infraestructura pública sino también en el desarrollo humano, con una educación que deje de ser mediocre y discriminatoria, donde no haya brecha tecnológica. Ojalá el Bicentenario no se quede solo en frases bonitas y discursos incendiarios sino que se pase a la acción, ese sería un buen regalo para la patria.