En Israel la población botó las mascarillas y salen a la calle a respirar aire puro confiados en que ya controlaron al virus de la COVID-19; en Piura el Estado y por Decreto Supremo obliga a los ciudadanos a seguir usando mascarillas, pero, además un protector facial para ingresar a locales y centros comerciales.

Dos caras de la moneda de cómo se combate a esta pandemia. Los israelíes nos enseñan que este virus puede ser controlado, pero depende de la diligencia y disciplina del gobierno y ciudadanos. Allá toda la población ha sido vacunada cortando la línea de posibles contagios. Aquí, a pesar del clamor de la población y hasta de la Iglesia que ha tomado el liderazgo en el control del virus, ni siquiera se vacuna aún a la población vulnerable como son ancianos, personal médico y policial.

En Israel el Estado se preocupa por su población, aquí en el Perú cada quien debe cuidarse como pueda y la única solución por ahora es el método tradicional e incómodo: la mascarilla, el protector facial, lavado de manos y el distanciamiento social. ¿Las vacunas? Nadie da razón de cuándo llegarán y si alcanzarán, por lo menos, para los grupos de riesgo.