Demi Moore ha abierto su corazón en una reciente entrevista con People, donde reflexiona sobre los extremos a los que sometió su cuerpo durante los años más exigentes de su carrera en Hollywood. La actriz de éxitos como Ghost (1990) y Propuesta indecente (1993) revela cómo la presión por mantener una apariencia perfecta afectó su bienestar físico y emocional.
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«Era muy dura y tenía una relación mucho más antagónica con mi cuerpo. Y siendo sincera, en realidad solo me estaba castigando. Tenía ese deseo de dominar mi cuerpo», confensó.
La actriz relata hábitos extremos que hoy reconoce como insostenibles: “Hacía cosas como andar en bicicleta desde Malibú hasta Paramount —unos 42 kilómetros— antes de pasar todo el día trabajando, mientras cuidaba de un bebé recién nacido. Todo por darle demasiada importancia a mi apariencia”.
Un cambio radical tras ‘Hasta el límite’
El punto de quiebre llegó después de grabar la película Hasta el límite (1997), cuando Moore decidió reconectar con su cuerpo y dejar atrás la obsesión por el control: “Pedí volver a mi talla natural porque ya no sabía cuál era. Solté el control, dejé de imponerme dietas y aprendí a aceptar mi cuerpo tal como es”.
Envejecer sin miedo y con gratitud
Hoy, a sus 60 años, Demi Moore abraza el proceso de envejecimiento con mayor aceptación: “Escucho a mi cuerpo. Ya no lo veo como un enemigo. Antes sentía que me traicionaba, ahora confío en él”.
Aunque admite tener días difíciles, señala: “A veces me miro al espejo y pienso: ‘Me estoy viendo vieja’. Pero entiendo que eso no define mi valor ni quién soy”.
Sobre envejecer en una industria tan exigente como Hollywood, la actriz lo resume con madurez: “Se trata de aceptar quiénes somos, en el momento en el que estamos. Siento una enorme gratitud por todo lo que mi cuerpo ha hecho: gestar tres hijos y mantenerse saludable”.











