Con motivo del Día de la Mujer, la especialista de género del Proyecto Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica y representante del movimiento feminista Manuela Ramos, Patricia Carrillo, afirmó que el incremento en los casos reportados de violencia de género no solo se debe a que haya más facilidades para denunciar, sino a que la sociedad responde con agresión a los deseos de la mujer de ya no ser sometida.
–En la última década, ¿qué tanto hemos avanzado en cuánto a la lucha contra la violencia de género?
Hubo un gran avance en el desarrollo de políticas para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia: contamos con la Ley 30364. A nivel social, tenemos claro lo que es violencia de género y que tiene sus bases en una cultura patriarcal.
–¿Qué faltaría mejorar en cuanto a políticas?
Hay instituciones que han sido mejor equipadas para atender los casos de violencia, pero en prevención todavía necesitamos acciones más fuertes. El concepto de que la mujer debe estar sometida sigue presente y se refleja en las críticas a las mujeres violentadas, que son juzgadas por la hora en que salieron o por no haberse quedado en casa…
–Como el caso de la madre de la niña de 4 años que fue asesinada. ¿Qué rol espera la sociedad que siga cumpliendo la mujer?
Todavía se espera que nos quedemos en la casa. Más allá de que la madre saliera a una fiesta, está el hecho de que esa niña fue violada porque un violador tomó esa decisión. Nadie cuestiona que el padre no volviera de Estados Unidos; si la niña se le hubiera escapado al padre, la opinión pública criticaría que la madre no lo deje todo y vuelva al país. Siempre culpan a la mujer de una u otra forma.
–Ahora las mujeres estamos cambiando de actitudes.
Estamos tratando de liberarnos de las relaciones de dominación; reconocemos que tenemos derechos, que podemos divertirnos y defendernos y, por eso, ha incrementado la violencia.
–¿A qué se refiere?
Es cierto que hay más lugares donde denunciar las agresiones, pero los casos también se han incrementado porque son una respuesta machista y patriarcal frente a estos deseos de emancipación. Los hombres están reaccionando de manera más feroz.
–¿Cree que Perú sea, en efecto, un país de violadores?
Sí, de violadores, homofóbico y misógino. Basta con ver las estadísticas: cuando hablamos de violencia de género, hablamos de violencia contra todo lo que se considere femenino. Por ejemplo, agreden a las personas con diferente orientación sexual. Nuestro país tiene una tarea enorme y no me explico cómo este problema no es uno de los más importantes para el Estado, cómo es que no se declaró la emergencia. Ya estamos cansadas de contar nuestras muertes.
–¿Cuáles son las cifras de los distintos tipos de violencia?
Para hablar de un año completo, en el 2019 los CEM atendieron 181.885 casos de violencia: 72.582 son por violencia física; 90.235 de violencia psicológica; 18.044 por violencia sexual; y 1.024 por violencia económica Pero hay que recordar que no todo se denuncia.
–¿Habría que poner más énfasis en el rol que deberían cumplir los varones en el hogar y en la sociedad?
En Huamantanga, Lima, los varones dedican 73 horas semanales a la ganadería, pero al cuidado de la familia no dedican ni una hora.
Mientras que las mujeres dedican a la semana 23 horas a la ganadería y 61 horas a su hogar. Entre esas dos actividades, la mujer invierte 84 horas.
Están sobrecargadas, no reportan suficientes ingresos, no tienen tiempo para educarse y encima se les exige no tener momento de descanso. Siempre le decimos a la víctima que es su culpa y no elaboramos un mensaje para los violadores. No nos estamos preocupando de que nuestros hijos no sean violadores, no hemos comenzado a gestionar el rol de los hombres.
–Claro. ¿Cómo podemos exigir que “con nuestros hijos no se metan”, si quien violó y asesinó a la niña fue un adolescente de 15 años?
El enfoque de género es necesario. Los sectores más conservadores están enarbolando un discurso que, si se convirtiera en política pública, serviría para que las mujeres sean más violentadas y haya impunidad.
Son muchos los que ni saben de qué se trata el enfoque de género y creen que es sobre sexo. Nos llevarían 200 años atrás y la impunidad serían una situación permanente.
–En el Congreso tenemos facciones conservadoras y radicales, como el Frepap y Unión Por el Perú. ¿Considera que esto podría hacernos retroceder en esta lucha?
Hay algunas expresiones de las bancadas que nos dejan preocupadas porque, de alguna forma, están reflejando que no tienen una opinión clara respecto a este tema y sobre que deberían priorizarse este tipo de políticas.
Por ejemplo, si piensan que la paridad y la alternancia no son necesarias, ya podemos imaginar cómo se pronunciarán sobre la educación sexual integral.
Aunque, por supuesto, también hay congresistas que se han pronunciado claramente sobre la necesidad de mejorar la prevención de la violencia, para poder erradicarla. Se van a tener que medir fuerzas.