El analista político y exsecretario de la asociación civil Transparencia, Gerardo Távara, consideró que la campaña electoral ya calentó motores y seguirá subiendo de temperatura, además de ser agresiva, para lo cuál el electorado tiene la misión de ser selectivo y no normalizar estos comportamientos por parte de los candidatos.
–¿Cómo calificaría esta campaña electoral?, ¿le parece muy fría o muy agresiva?
La campaña demoró en calentar: es comprensible porque la preocupación central ha estado en la pandemia. Hay varios candidatos de las planchas presidenciales que se han contagiado y, además, porque las restricciones de movilidad que puso el Minsa también supuso que la campaña se vea limitada en desplazamientos, mitines, recorridos. Me parece que la campaña ya calentó y la temperatura se sentirá aún más en las semanas que restan. Y sí, creo que es lamentable que todavía haya algunos contenidos muy agresivos en la campaña, aunque no es novedad, pero no significa que tengamos que acostumbrarnos a que sea así. Tenemos que ir avanzando más a campañas concentradas en propuestas y no en ataques.
–¿Qué partidos cree que son los que están liderando los ataques, la guerra sucia?
Preferiría no citar a ningún partido para evitar que crean que favorezco a tal o cual, pero creo que el electorado puede darse cuenta cuando hay agresividad y que esta viene de distintos sectores del espectro político, de varios partidos. Ojalá eso se calme y nos concentremos, en estas últimas semanas, en el debate de propuestas porque es lo que toca hacer para votar bien.
–¿Le parece que la campaña está girando demasiado en información irrelevante de los candidatos, como su estilo de vida, en vez de sus planes de gobierno?
La prensa tiene un papel muy importante que cumplir. Algunos medios organizan debates entre candidatos y eso está muy bien, pero también es cierto que hay medios que ven “la pepa” como algo que genere escándalo, que no es lo más relevante de un candidato. Son los costos de la libertad de expresión y son los retos que tenemos para construir una prensa cada vez más y más responsable. También es responsabilidad de los candidatos; podrían negarse a responder cuando les parezca que se toca un tema que no es relevante.
–Si la campaña sigue siendo muy agresiva, ¿de qué sirvió firmar el Pacto Ético?
Es muy difícil controlar su cumplimiento. Hay cosas que la ley no puede determinar y que corresponden a la cultura política. Pero prefiero tener un Pacto Ético que se cumple parcialmente, a no tener nada. De alguna manera es un incentivo para ir mejorando nuestra política, y el electorado podría tomarlo en cuenta para ver qué candidatos están cumpliendo o no con el Pacto, quienes lo firmaron. ¿Está informando sus propuestas o simplemente ataca al contrincante? Referirse al contrincante no está impedido, pero hay que ver el tono y la dimensión.
–Por otro lado, las encuestas han demostrado que aún hay un alto porcentaje de ciudadanos que aún no tienen claro por quién votarán, ¿a qué se debe esa apatía?
Eso es porque la política ha seguido desacreditándose en nuestro país y la desconfianza ciudadana hacia los partidos ha ido creciendo. Eso supone un desincentivo para interesarse en temas electorales. Otro factor es la coyuntura actual que tiene que ver con la pandemia. Todos tenemos algún familiar afectado por el coronavirus y eso capta mucho más la atención y pone en un segundo o tercer plano el tema electoral. Hay que comprenderlo en esa doble dimensión. Por eso es que la campaña demoró en prender motores.
–¿Usted se animaría a decir quiénes podría enfrentarse en la segunda vuelta?
Todavía se pueden hacer cosas en las semanas que faltan, las encuestas pueden variar. Pero sí veo escasa diferencia entre los cinco primeros lugares. Hay un candidato que despunta, pero con pocos puntos de diferencia del segundo. No hay una diferencia marcada, como en otros procesos electorales en los que veíamos como 20 puntos de diferencia. Por el segundo lugar en la contienda hay hasta cuatro candidatos que casi hacen un empate técnico. Yo no he visto hasta ahora un analista que se atreva a decir quién pasará a la segunda vuelta porque el margen de diferencia es muy estrecho.
–Debido a que ningún candidato tiene mayoría clara, ¿cree que el próximo presidente vaya a tener problemas de gobernabilidad?
Para mantener un tono proactivo, preferiría decir que, en un escenario así, el nuevo presidente se encontrará el desafío de construir legitimidad y, para eso, va a necesitar una coalición con grupos parlamentarios, más de uno, y también con la población. Pero lo que pasa entre la primera y la segunda vuelta es muy distinto. A veces tienden a modificar radicalmente sus estrategias porque ya solo quedan dos compitiendo. Las estrategias suelen ser diferentes.