Más allá de los posibles resultados electorales, de la proclamación del ganador o ganadora de esta contienda que, de lejos, es la más polémica de nuestra historia republicana, la ciudadanía seguirá experimentando los efectos económicos de la incertidumbre política hasta que la nueva administración no dé muestras de solvencia técnica y muñeca política para sacar al país de este episodio oscuro.
A la presente situación debe dársele una respuesta que contente no solo a ese altísimo porcentaje, casi la mitad de los votantes, que apostaron por la otra opción, sino que también tranquilice a los grandes inversionistas, que promueva en los mercados la idea de que el Perú es sólido y confiable para acoger a la inversión privada, importante motor en la generación de riqueza, empleo y dinamización económica. En otras palabras, frente a la actual crisis de alza de precios de los artículos de la canasta básica, y encarecimiento del dólar sin techo previsible, es necesario que se designe al presidente y que este dé a conocer al equipo con el que empezará a ordenar los asuntos nacionales. Mientras este equipo no dé muestras de eficiencia técnica en el manejo de la convulsión social y el escenario económico caótico, no habrá forma de ponerle un freno y empezar a cumplir con las promesas de campaña.
Necesitamos estabilidad jurídica, política y económica para retomar la gran labor del crecimiento y empezar a transformarlo en desarrollo. Incluso la lucha contra la corrupción, prometida como prioridad por ambos contendores en la segunda vuelta, no encontrará modo de realizarse si el país no tiene bases sólidas. En ese sentido, deben resolverse cuanto antes todas las dudas que envuelven al proceso electoral a fin de garantizar la legitimidad del futuro gobernante y que este pueda convocar a los mejores técnicos y a la ciudadanía en general a un gran proyecto que tenga como meta la mejora de la situación de cada peruano.
El arribo al Bicentenario exige de todos una conciencia nueva para cumplir las tareas propias de nuestro tiempo. Esperemos que el inicio de esta nueva época esté marcado por la voluntad de construir paz social y garantizar la viabilidad económica allí donde ha habido disputa, incertidumbre y riesgo.