El Ejecutivo ha optado por dar a cada Gobierno Regional la potestad de regular la reapertura de las playas -aunque ya adelantó que estas podrían ser usadas de lunes a jueves con libertad-, y nos preguntamos si nuestro GORE está a la altura de asumir tremenda responsabilidad.
Se esperaba que el presidente anunciara las medidas de control y que fuera el Ejecutivo quien determinara una política estándar, más aún en pleno proceso de reactivación económica del sector turismo; entregar estas potestades a los Gobiernos Regionales puede significar un reconocimiento a la diversidad de realidades a lo largo y ancho de la república, la aceptación de que, incluso entre regiones vecinas hay diferencias notorias e idiosincrasias muy particulares.
En Piura, habrá que dedicar esfuerzos para evitar que la informalidad ponga en riesgo la seguridad de los futuros visitantes de las playas. Como siempre, es necesario que se establezcan protocolos y cercos de vigilancia que impidan que el impacto de la segunda ola de contagios sea peor de lo que se espera. Existen varios factores a tomar en cuenta antes de definir la apertura de los centros de diversión, aún si estos son espacios naturales con óptima ventilación y posibilidad de distanciamiento eficaz: hay que observar cuál es la capacidad de respuesta de los médicos, nuestra capacidad de respuesta infraestructural y el fortalecimiento de la educación de amplios sectores para que todos podamos disfrutar de las playas sin temor al contagio.
El Gobierno Regional, en este caso, tampoco puede dar la espalda, cerrar las puertas, desviar la mirada, como ha venido haciéndolo en otros temas urgentes -incluso frente al problema de los agricultores y la escasez de agua se ha visto indolencia de parte de las autoridades-; necesitamos que el GORE tenga un plan de respuesta. Recordar es importante: cuando el Gobierno Central estableció los comandos COVID-19, el GORE Piura estableció el propio, y organizacionalmente, no se vieron resultados. Si en Piura hay un relativo control de la situación es gracias al enconado esfuerzo de médicos y profesionales de la salud que ponen el pellejo todos los días para salvar vidas. Esperamos que en lo sucesivo se presente un plan de contingencia para asegurar la reapertura de las playas y aprovechemos su impacto en el renacer del turismo.