Piura conmemora hoy el Bicentenario del grito de independencia. La historia nos dice que sin el levantamiento de las plazas del norte del país, la proclamación del 28 de julio de 1821 no hubiera sido posible. Así también, el progreso de la nación en nuestros días no es viable si no se establecen políticas públicas de largo aliento para asegurar que las riquezas de esta región sigan aportando al bienestar del país. Regionalización, políticas que trasciendan los gobiernos y sentido de nuestra importancia en la historia y devenir nacional son los puntos que debemos fortalecer para traducir nuestro potencial en verdadero desarrollo.
Para todo ello, nuestra educación cívica debe ser fortalecida; debemos recuperar el asombro y el orgullo por los bienes naturales de estas tierras, así como por su herencia cultural que ha sido de gran importancia en el desarrollo de la identidad en el norte peruano. Nos toca también ser verdaderos partícipes de la construcción de un mejor futuro: hoy Piura aporta el 3,4% al producto bruto interno (PBI), pero su participación podría ser mucho mayor y las retribuciones, también. Necesitamos que la regionalización se haga efectiva para que nuestras autoridades puedan establecer estrategias que consideren las peculiaridades geográficas, culturales y productivas de Piura. Necesitamos autoridades a la altura de estos retos y para ello es importante la participación informada de toda la sociedad.
Lo peor que podemos hacer en estos momentos es descreer en nuestro poder de decisión, minimizar el impacto de cada voto y entregar nuestros destinos a autoridades cuya legitimidad está siempre en duda. El bicentenario del país, el bicentenario del grito libertario en Piura y las elecciones generales se encuentran en el mismo año, un año que será la oportunidad para crear condiciones de progreso de la mano con la modernidad. Reiteramos: Piura solo podrá aprovechar los bienes de este año si cuenta con autoridades representativas que se guíen por un plan de desarrollo articulado con toda la sociedad y que sepan responder a las expectativas de la ciudadanía. Los doscientos años de libertad deben encontrarnos empeñando todo el esfuerzo posible para reconstruir las instituciones dañadas por décadas de apatía, venalidad y distanciamiento de las aspiraciones legítimas del pueblo.