El próximo 28 de julio, cuando se ciña la banda presidencial, Pedro Castillo recibirá un país sin reservas fiscales, pero con capacidad de lograr créditos. La economía se está recuperando poco a poco y la recaudación fiscal crecerá con el mayor precio de los minerales. Los analistas más optimistas creen que a pesar de las demoras dentro de pocos meses estaremos vacunados todos los peruanos mayores de 12 años. Diremos que Pedro Castillo recibirá un país golpeado pero con razones de esperanza. La pregunta es qué hará de allí en adelante. ¿Hará fructificar la semilla del desarrollo en el terreno fértil que encuentra? ¿Sabrá cómo hacerlo?
Si intenta remediar la pobreza recurriendo solamente al gasto público habrá más inflación, escasez, inestabilidad, entre otros problemas; entonces estará obligado a echar mando del otro motor del desarrollo, generar empleo con inversión privada. Quizá por ello, desde que los reportes de la ONPE empezaron a darlo como ganador, ante los temores, empezó a enviar mensajes prudentes y lo ha seguido haciendo a través de su aliado Pedro Francke, como señalar que no habrá estatizaciones, expropiaciones, control de precios, tampoco captura de ahorros en dólares ni impuestos a la herencia y, últimamente, que ratificará a Julio Velarde en el BCR y respetará la autonomía del ente emisor.
Hasta allí el panorama se ve alentador, el problema es que al país le resulta difícil creerle cuando a su alrededor hay personajes como Cerrón y los radicales de izquierda queriendo esclavizar libertades y capturar el poder a costa de destruir la economía.
Ante ello, insistimos, el inminente mandatario tendrá que marcar distancia del “diablo”. Es posible que aún con la banda rojiblanca siga denunciando las injusticias y las causas de los más pobres, pero ahora tendrá que dar las soluciones. Como buen sindicalista sabe que siempre hay algo en que se está obligado a transigir, porque la realidad lo exige. En este caso lo real es que el país le mostrará una larga lista de necesidades y reivindicaciones para cuya solución deberá optar por la moderación y el sector privado, antes que las trasnochadas ideas extremistas de Cerrón.