El nuevo gabinete -en realidad, un cambio necesario de premier y de los titulares de Trabajo y un par de carteras- debe representar la voluntad del Ejecutivo de tender puentes más constructivos con el Congreso, con la oposición. No es saludable para la democracia que uno y otro poder del Estado se amenacen mutuamente con vacancias, cuestiones de confianza, cierres, bravuconerías de uno y otro lado. Este desgastante conflicto solo contribuye al desprestigio de la política y paraliza cualquier acción que ayude a reactivar la economía, mejorar la estrategia sanitaria, etc.

La oposición, a través de sus analistas, sus académicos y sus políticos, ha pedido al presidente Pedro Castillo una reconsideración de los puntos más candentes de su plan: asamblea constituyente y renegociación de contratos. ¿Tienen razón?

Creemos que, con algunas salvedades, sí. Creemos, por ejemplo, que el tema de la asamblea constituyente es, por definición, una declaración de guerra al parlamento. La gobernabilidad, olvida Castillo, no depende únicamente de la buena voluntad o la energía del Ejecutivo, sino del equilibrio de poderes. En un Estado de derecho, en el que no tiene sentido hablar de la primacía de un poder sobre otro, se espera que las entidades políticas trabajen de manera coordinada, que las discrepancias ocurran y que las mismas se resuelvan siguiendo los mecanismos establecidos por la ley sin forzar situaciones de conflicto en un momento en que la ciudadanía necesita unidad y trabajo mancomunado.

En lo que respecta a la renegociación de contratos, el tema más sensible de los últimos días, pensamos que es indiscutible que los intereses de la nación sean priorizados antes que cualquier otro, pero que todo acto debe ceñirse a lo que la ley ordena, sin generar situaciones que puedan dañar la percepción del país como un destino confiable de inversiones. Reglas claras es lo que necesitamos, no antojadizas revisiones que solo sirvan para subir popularidades.

Hay un tercer punto que es necesario resaltar: con este nuevo gabinete, liderado por Mirtha Vásquez, Castillo parece distanciarse de Vladimir Cerrón, quien sigue reclamando poder para su partido. La bancada de Perú Libre ya mostró su desacuerdo con los cambios. Castillo debe moverse a hacia el centro político para gobernar.

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