En su mensaje del 28 de julio el presidente Pedro Castillo prometió respetar la institucionalidad y meritocracia en las Fuerzas Armadas, un argumento tranquilizador y convincente para muchos. Sin embargo, tres meses después ha hecho todo lo contrario, pretender manejar a su antojo al Ejército y a la FAP presionando a los comandantes de ambas instituciones para colocar en puestos clave a jefes sumisos, ha desatado una nueva crisis en su gobierno, cuando aún está muy fresco el escándalo del ministro fiestero.
Querer justificar esta clara y grave intromisión del Ejecutivo en las FF.AA. diciendo que todos los presidentes hicieron lo mismo, es como pretender aceptar que el mal de muchos es consuelo de tontos. Aquí se ha generado un clima de alta tensión político militar que no se sabe en qué va a terminar.
Tal como lo reconocen los propios congresistas aliados del Gobierno, estamos ante un nuevo pasivo indefendible. Sin embargo, los ciudadanos tampoco podemos ser ciegos ante el oportunismo y leña al fuego por parte de gran cantidad de personajes poderosos de la extrema derecha y sus parlamentarios ocupando cargos clave, quienes ya empezaron a disparar amenazas de alto calibre: vacancia.
Lo que muy pocos advierten es que los más perjudicados con el nuevo frente de confrontación que vuelve a desestabilizar la economía y la gobernabilidad somos los peruanos, en especial los miles de desempleados que ven postergadas sus oportunidades de reincorporación pospandémica, a la Población Económicamente Activa.
Es verdad que urge una profunda investigación sobre los delitos o faltas en que incurrió el presidente, su secretario y el ministro de Defensa. En tal sentido lo que veremos en los días siguientes serán ataques y debates que si bien forman parte de la vida democrática, solo serán de utilidad si van acompañados de propuestas creativas e inteligentes para lograr consensos y entendimiento en favor de la gobernabilidad, para dar razones de esperanza a una agobiada población que clama de sus autoridades un freno a la inflación, al caos y a la polarización.
Es necesario criticar a Castillo, exigirle enmiende sus errores, que gobierne sin olvidar que entregará el poder en 5 años, pero proponer su vacancia es caer también en el populismo que tanto se critica y dañar la democracia.