La oposición parlamentaria no puede deslegitimar su lucha recurriendo a jugarretas legales que, a la larga, solo fortalecen la imagen del Ejecutivo, al que convierten en víctima de un presunto ardid golpista.
El país está desgastado por la división: por un lado tenemos a un presidente que no deja pasar un día sin que meta el pie en el charco y genere polémica. Por otro lado, tenemos a un Congreso que no ha podido disimular su estrategia ni sus intenciones. La democracia no puede sobrevivir zarandeada por los extremistas de una y otra facción. Nuestra débil democracia necesita de diálogo y apuesta por la institucionalidad para desarrollarse. Esto no ocurrirá si unos y otros, arrogándose con soberbia la representación del país, se sabotean mutuamente.
¿Quiere decir esto que a Pedro Castillo hay que dejarlo gobernar como sea que lo haga? Por supuesto que no: la democracia no consiente el sabotaje, pero tampoco las mordazas ni la obediencia ciega, como a algunos extremistas de izquierda, líderes o acólitos, les gustaría. El Congreso y la ciudadanía que así lo considere tienen todo el derecho de expresar su opinión y sus reparos respecto de las decisiones del Ejecutivo, pero estas críticas y estas acciones deben estar justificadas por la información y por la ley. Que el Congreso limite la cuestión de confianza desacatando los modos señalados por la propia Constitución solo provoca el desequilibrio de poderes y niega el Estado de derecho en el Perú. Creemos que esta no es una acción política legítima, no ayuda a cautelar el sistema democrático y solo llama a que otros sectores, más radicalizados y en los bordes del abanico político, opten por manifestarse desde la negación de los valores republicanos y la institucionalidad que construimos desde hace dos décadas.
El Ejecutivo, por su parte, ha iniciado los trámites para presentar una acción de inconstitucionalidad que revierta la votación del martes en el hemiciclo. A pesar de que este gobierno no nos genera total confianza -creemos que un rumbo menos ideológico y más técnico podría ayudar a Castillo en su misión como mandatario-, estamos plenamente convencidos de que la única salida a la crisis política y las otras crisis derivadas pasa por conservar las maneras democráticas, reclamar el imperio de la ley y no jugar a destruir para construir.