De las diecinueve listas inscritas en Piura para las próximas elecciones, solo ocho han sido admitidas y una, solo recibida. Las demás se debaten entre subsanar los yerros detectados por el Jurado Especial Electoral o apelar a la segunda y última instancia, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), para continuar en carrera. Una vez más, como en casi todos los comicios de los últimos años, el descuido, la falta de organización, la improvisación a la hora de interpretar cómo funciona la democracia interna y otros eventos provocan que la política se convierta en abono de la incertidumbre.
¿Cómo podemos trabajar por la renovación de la política nacional con partidos que replican las peores costumbres de este país, como la impuntualidad y la procrastinación? Si los partidos no son disciplinados, ¿Cómo pueden ser artífices de una nueva y saludable manera de transmitir los valores cívicos más elementales? En ciertos casos, este mal proceder se ha visto en agrupaciones con bastante experiencia en estas lides. Esto es indicador de que no hemos aprendido a vivir con las formalidades que requiere una democracia moderna.
En política no solo cuentan los buenos discursos y los spots más caros: también son importantes los gestos institucionales de los partidos, pues estos últimos son los garantes del Estado de derecho, de la viabilidad del sistema de elección y depositarios de las aspiraciones de diversos sectores de la ciudadanía. No se puede predicar honradez o formalización cuando nuestros aspirantes a los primeros cargos nacionales son incapaces de seguir las reglas que rigen también al JNE. Para los partidos, la recuperación de la confianza ciudadana pasa también por mostrar una imagen más seria, más capaz de resolver los problemas del país con la misma voluntad de respetar plazos, ser previsores respecto de las contingencias y cumplir -sí o sí- con la ley.
Esta situación también nos muestra en detalle el proceder de los políticos que pretenden gobernarnos en el futuro inmediato. Nuestros votos podrían convertirse, en ese sentido, en el premio o castigo para los partidos en contienda y los que logren, sobre la última hora, sumarse a esta competencia de la que saldrá el Gobierno del Bicentenario, cargado de retos y con la misión de crear desarrollo y buena vecindad.