Es verdad que a estas alturas de la lucha contra uno de los peores virus de la historia, los peruanos y la humanidad, estamos cansados de la crisis sanitaria, las odiosas variantes y los hospitales sin camas UCI.
La prolongada lucha de casi dos años por preservar la salud y la vida propia y de nuestros seres queridos, se torna a veces agobiante.
Sin embargo, también es cierto que sin el avance de la vacunación, especialmente en los grupos de riesgo, la historia sería mucho más trágica.
La tercera ola que se pensaba iba a llegar en setiembre a Piura aún no se presenta. Actualmente el Perú es el cuarto país de América Latina, después de Brasil, Colombia y Argentina, con mayor cantidad de vacunados por población.
Antes de finalizar el 2021, el 80% de la población objetiva en nuestro país, unas 28?024,254 de personas, estará inmunizada con las dos dosis de la vacuna contra el coronavirus (COVID-19), según el ministro de Salud (Minsa), Hernando Cevallos.
No todo, sin embargo, marcha como debería.
Tal como el mismo ministro reconoce, en los próximos días será cada vez más difícil alcanzar la meta prevista (80% para el cierre del año), por existir una serie de obstáculos, entre ellos la mayor movilidad y aglomeración de personas por fiestas, así como algunas creencias de la población, que junto con la desinformación promovida a través de la red, desaceleran la reducción de no vacunados.
De allí la importancia de la entrada en vigencia del DS que desde ayer obliga a todos los ciudadanos a acreditar la aplicación de las dosis de vacuna con el respectivo carné, para poder ingresar a lugares públicos y a sus centros de trabajo.
Tal como se pudo apreciar ayer en Piura y en muchas otras regiones, el control permitió detectar que aún es numerosa la cantidad de ciudadanos dispuestos a no dejarse inmunizar.
Y no se trata de pacientes con trombosis o alergia a las vacunas, sino de personas que voluntariamente se dejan llevar por temores infundados, como consecuencia de los mensajes de grupos antivacunas.
Para que la medida funcione, es necesario fortalecer la estrategia comunicativa del Minsa y las Direcciones de Salud, así como especificar claramente cuáles son las excepciones a la norma.