En momentos de crisis como los actuales en que abundan los problemas pero escasean las propuestas viables a la dramática situación de incertidumbre e inestabilidad política, y con motivo del 490 aniversario de fundación de Piura, el arzobispo de Piura ha llamado a la unión de los piuranos para trabajar en equipo por la solución de los principales problemas de la región.
La invocación a no tener miedo ni perder la esperanza, dejar de lado nuestras diferencias, desconfianza, disputas y enfrentamientos, no debe ser pasada por alto, como hasta ahora, por nuestras autoridades, instituciones públicas, sector privado y sociedad.
Durante la gestión de las actuales autoridades municipales y regionales, los piuranos hemos sido testigos de sus constantes pugnas y ataques entre sí o con las autoridades del Gobierno Central, una situación que ya bastante daño le ha causado a la región. Llegamos a las nuevas Elecciones Regionales y Municipales, con niveles bajísimos de ejecución y figuramos entres las regiones con más altos índices de corrupción.
La situación ha empeorado con la pandemia y la inestabilidad política, pero también es cierto que la agricultura está mal, la delincuencia avanza imparable y las obras como el hospital de Alta Complejidad siguen siendo postergadas y hay muchas obras paralizadas, porque no somos capaces de unirnos en torno a la solución de estos problemas. Cada quien va por su lado.
Ante la situación de gran polarización e ingobernabilidad que impacta directamente en la economía de la región, a través de la parálisis de la inversión pública, creciente desempleo, imparable inseguridad, agro sin urea ni agua, abandonado a su suerte por un Gobierno que no escucha y solo tiene para Piura discursos vacíos y populistas; cobra especial relevancia la exhortación del Papa Francisco durante su visita al país: “no se dejen robar la esperanza”.
Para revertir el clima de adversidad, además de sentirse complacidos y orgullosos de vivir en esta noble ciudad y región -como recomienda el arzobispo José Antonio Eguren-, los piuranos debemos convencernos sobre la necesidad de empezar a cultivar relaciones de fraternidad y solidaridad, apostar por un rescate de los valores que nos lleve a no temerle al compromiso de trabajar por el bien común. Es imposible cambiar Piura si no cambia cada píurano como persona. Por pequeña o grande que sea la responsabilidad de cada quien, no debe eludirla. No hacerlo y cruzarnos de brazos a la espera de que “otros” nos solucionen los problemas, es la raíz de muchos de nuestros males actuales como sociedad. La solución a los principales problemas de Piura no llegará si sus hijos no renuncian a la cultura del conformismo y el aguante.
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