Editorial: Un movimiento ciudadano
Autor: Redacción El Tiempo
Ciertamente, es una bajeza culpar a las víctimas de su suerte como suele hacerse en nuestro país, donde el escarnio y hacer leña del árbol caído parece un deporte nacional. ¿Pero qué pasa cuando la víctima, nosotros, los ciudadanos, consentimos constantemente la vejación a la que somos sometidos políticamente? Sí, nos quejamos, hablamos de hacer cosas y hasta salimos dos o tres días a marchar alrededor de la cuadra. ¿Y nada más? ¿Nos hemos olvidado que la política no es patrimonio solo de quien se sienta unas cuantas horas en el Congreso y cobra como si hubiera ofrendado un riñón por la patria, sino es de todos nosotros. Realmente, la política nos pertenece.
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Pero el ejercicio de la política no puede limitarse únicamente a la exteriorización catártica de esa mezcla de rabia y bilis que se nos atora en el cuerpo cuando escuchamos cómo ciento treinta zamarros se reparten los bienes de la república delante de nuestros ojos. Sí, la indignación es un elemento clave que nos revela cuán humanos somos y cuán profundo puede llegar a ser nuestro compromiso, pero también es necesaria nuestra formación. Precisamente, son los partidos políticos los llamados a cumplir con esa pedagogía y fortalecer así los cimientos espirituales del país. ¿Podemos hallar otra vía para educarnos? Creemos que sí.
No hay mejor arma frente a los abusos y las tiranías que la información. A lo largo de estos años, El Tiempo ha intentado satisfacer esa inquietud intelectual. Creyentes de que solo un sistema que reconozca y promueva las libertades, y alérgicos a cualquier doctrina que prometa el cielo a cambio de encadenar a las masas, insistimos en que, más allá de cualquier cambio, coyuntura o despedida, el ciudadano tiene la misión de leer e informarse, acudir a la historia que es la más sabia aleccionadora. Hoy el Congreso pretende en 45 días reformar el Poder Judicial y la Fiscalía. ¿Acaso una sociedad ilustrada y amante de la libertad, de la verdadera libertad, de la libertad responsable, permitirán ese circo para incautos?
Un verdadero movimiento ciudadano debe acoger en sí a la academia y a todas las tiendas demócratas, debe exigir cuentas y pedir el adelanto de elecciones antes de que caigamos en una postración sin precedentes. Este país aún puede salvarse.