El exceso de candidaturas a los principales cargos, aunque parezca contradictorio, no es una característica de las democracias más desarrolladas.
Mientras más postulantes participen de los comicios, mayor será la distorsión de los resultados, como lo ha probado la reciente elección presidencial que se definió entre una variada (¿?) oferta de candidatos que no habían conquistado ni al 20% de los votantes.
Sin embargo, esto no significa que la principal característica de la democracia -el derecho a elegir y a ser elegido- haya quebrado nuestra institucionalidad, pero es la falta de institucionalidad y de reglas claras y racionales la que favorece esta informalidad política y promueve la formación de organizaciones que no responden a los estándares y valores de nuestra república. Los ciudadanos no piden a sus partidos pensar de manera uniforme, sin derecho a la disidencia, sino que nuestros partidos, movimientos, alianzas electorales, etc., conduzcan su prédica y acción por el sendero de la ley. Estamos hartos de ir por la trocha fácil y cara.
Solo en los distritos de Castilla y Veintiséis de Octubre, habrá 18 candidatos a los respectivos sillones municipales. ¿Qué tan distintos serán entre sí sus planes de gobierno? ¿Por qué no se apuesta por la unificación ideológica y pragmática de partidos de similar tendencia para así presentar candidaturas más sólidas que garanticen la gobernabilidad? Ciertamente, eso, además de ser una enorme ayuda para el sufragante perdido en la cédula, fortalece a los movimientos que se presenten y probablemente ganen: en este último caso, la nueva autoridad puede contar con un frente político que impida que la vacancia sea el primer tema en la agenda del concejo.
La democracia, que posibilita que se presenten muchas candidaturas, también nos ofrece la opción de ser coherentes y capaces de deponer los afanes personalistas y otros egoísmos en favor de la gobernabilidad y del desarrollo de las instituciones.
¡Cuán bueno sería ver una candidatura de derecha lo suficientemente creíble para competir frente a una izquierda capaz de jugársela pese al inconveniente telón de fondo de un oficialismo cuarteado! Ojalá a los movimientos dispersos les interese más la política que el cargo disputado.