No obstante ser una necesidad descentralizar los recursos, casi dos décadas después el país, lamentablemente, tiene más frutos negativos que mostrar.
En lo que va de la pandemia, Piura es una de las regiones donde la descentralización no rinde frutos positivos: tal es la inoperancia de la actual gestión regional, que el Colegio Médico sigue pidiendo al Gobierno Central que asuma la administración de la Dirección de Salud durante la pandemia.
El mismo pedido hicieron el año pasado los colectivos ciudadanos. Y no solo se trata de nuestra región. Mientras no se haga una reestructuración integral de la descentralización, la incompetencia seguirá bloqueando el desarrollo que en justicia merecen los peruanos. Las autoridades subnacionales seguirán recibiendo y dejando sin ejecutar en promedio el 40% de sus presupuestos por canon, sobrecanon y regalías. La descentralización y reparto equitativo de los recursos continuará solo en el papel y en buenas intenciones.
¿Qué ofrecen al respecto Fuerza Popular (FP) y Perú Libre (PL), los dos partidos en contienda? El primero plantea reforzar las capacidades de gestión de los Gobiernos regionales y locales, vía capacitación continua. Ofrece evaluar el desempeño y los débiles mecanismos de recaudación de los niveles subnacionales, aunque se olvida que la recaudación insuficiente es solo una de las múltiples trabas de la descentralización. Aún así, estos ofrecimientos son mucho mejores de lo que que pusieron en práctica los gobiernos de Alberto Fujimori y Alan García en sus primeros gobiernos.
Lo que Perú Libre ofrece, por el contrario, es cambiar todo; propone ‘líricamente’ una “república federal y constitución de estados federados”. En un intento por captar votos y basado en ideas que van de lo populista a lo fantasioso, ofrece otorgar “autonomía descentralizada”, pero pagando altos impuestos.
Indica que en la “nueva república”, sin dejar de haber Gobierno Central, los subnacionales podrán recaudar y administrar hasta el 70% de sus tributos. La práctica y el ejercicio democrático reflejan, sin embargo, que en todas estas décadas la autonomía por sí sola no ha solucionado el centralismo. Si quieren convencer a los indecisos, los candidatos deberían analizar qué está fallando.