El probable asesinato a golpes de una indefensa niña de solo año y once meses en Sullana nos cuestiona severamente sobre lo poco o nada que estamos haciendo como familias y como sociedad para frenar la crisis moral existente, agravada por una ola de crímenes sin precedentes, cada vez más difícil de controlar.
A solo veintiún días del homicidio de un escolar de 15 años a manos de un compañero en Piura, este miércoles en el sector de Mallares en Marcavelica, una infante fue cobardemente ultimada no por un criminal en la calle, sino presuntamente por un adulto dentro de su propia casa.
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No cabe duda que las causas de la imparable espiral de crímenes, hurtos, extorsiones, violaciones, etc. que actualmente afecta a la región, no son solo el pésimo manejo de la seguridad ciudadana desde el Ministerio del Interior, no solo es la crisis económica y la falta de empleo; no solo es la falta de policías y patrulleros; esta destructiva cultura de violencia y desprecio hacia la vida humana se gesta en muchos hogares donde los padres y encargados de la formación de los más pequeños, en lugar de valores les imparten odio e ideas equivocadas sobre los valores.
Sólo así se explica que Piura figure entre las regiones con más altos índices de maltrato a los más pequeños. Dos mil 11 casos de violencia contra niñas, niños y adolescentes registraron las 6 Cámaras Gesell de la región Piura entre el 2021 y el primer trimestre de 2023, según Plan Internacional.
A nivel de la región, unas 33 niñas o niños son víctimas de violencia sexual cada día, según Unicef, siendo Piura provincia la que ha registrado la mayor cantidad de entrevistas en Cámaras Gesell (941), seguida de Chulucanas con 342, Catacaos con 265, Paita con 229, Tambogrande con 163 y Huarmaca con 71 atenciones.
Si la familia es la célula básica de la sociedad, urge que el Estado se entere de lo que está pasando y mejore sus estrategias orientadas a la prevención. Cabe preguntarse, en ese sentido, cómo se está abordando el complejo problema de la violencia familiar desde las propias familias, desde los colegios y las UGEL, asimismo por parte del Ministerio de la Mujer y las instancias competentes en la región, demunas, Centros de Emergencia Mujer, Comisarías. Si la violencia crece incontrolable en los hogares, significa que las estrategias no están funcionando.