Mientras diversas naciones del mundo adoptan medidas extremas para mitigar los graves impactos de la sequía y las crisis energética y alimentaria, en el Perú aún sabiendo que esos problemas del hemisferio norte tendrán inevitables impactos en la economía nacional, el Gobierno sigue cruzado de brazos o, peor aún, traba la reactivación de la agricultura, minería y ahuyenta la inversión privada.
Tal como lo advierten los analistas económicos, el actual panorama de encarecimiento del costo de vida obliga a los gobiernos a prepararse y preparar a sus ciudadanos para un 2023 que será muy difícil.
En el caso peruano, el próximo año no solo traerá precios más altos debido a la escasez y altos precios de los fertilizantes, sino al impacto de la escasez de alimentos y gas en Europa, producto de la sequía y la guerra. Frente a ello es urgente -lo es desde hace varios meses- generar empleo masivamente para que los peruanos, especialmente los de menos recursos, regresen a la población económicamente activa o incrementen sus ingresos para poder estar preparados para comprar alimentos a costos más altos que los actuales.
Sin embargo, el Gobierno dedicado día y noche a dividir al país y a buscar impunidad para el presidente a través de sus ministros escuderos o fusibles, simplemente se ha olvidado de la economía.
Poco después del optimista plan de reactivación económica presentado la semana pasada por el ministro Kurt Burneo, ofreciendo priorizar la inversión privada; el presidente Castillo ha hecho todo lo contrario.
Con su plan fallido de poner a su amigo Guido Bellido como presidente del Congreso; persiguiendo al coronel Colchado (destituido el lunes y repuesto solo seis horas después; o con una vergonzosa y fallida compra de úrea en plena crisis alimentaria mundial, no solo ha desnudado la precariedad de su gobierno, ha saboteado la oferta de su ministro de economía de recuperar la confianza de los inversionistas.
¿Cómo confiar también en un Congreso que el martes se sacó la careta y demostró que no se irá y que trabará el adelanto de elecciones. El país sigue paralizado y quienes pueden encaminarlo mediante una salida a la crisis, siguen enceguecidos y obsesionados por aferrarse al cargo.
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