No aprendemos la lección. Los errores cometidos por las autoridades del sector salud durante la pandemia del COVID-19, reaparecieron en la epidemia de dengue que cada vez se agrava en Piura y otras regiones del país; y no necesariamente por falta de presupuesto sino por mala gestión.

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Los actuales niveles epidémicos con colapso de hospitales e incremento imparable de contagios se pudieron evitar con un oportuno plan de prevención e identificación de focos infecciosos, estableciendo cercos epidemiológicos y haciendo vigilancia sanitaria permanente. Sin embargo, el fracaso de la estrategia aplicada en esta fase clave es evidente, se dejó avanzar tanto al virus que ahora tenemos más de 21 mil casos, hay 14 fallecidos y, oh novedad, lideramos las cifras de dengue a nivel nacional.

Es inconcebible que a pesar de esta grave situación, el Ejecutivo y la Dirección Regional de Salud no logren ponerse de acuerdo sobre las urgentes transferencias que se necesitan para atender a la población.

Tal como lo señala uno de los especialistas en nuestra edición de ayer, el Ejecutivo y las autoridades regionales no están apostando por el primer nivel de atención. El problema de este manejo es que al no priorizar la atención a pacientes con síntomas leves y moderados, el resultado es que nuestro precario sistema sanitario colapsa aún más rápido. 

Si, como en anteriores brotes o epidemias del dengue, se está esperando que el factor climático (que las temperatura baje), ayude al descenso de la curva de contagio, esa posibilidad aún es incierta no solo porque el aedes aegypti se adapta a temperaturas cada vez más difíciles sino porque este año tendremos un invierno cálido.

También se requiere un liderazgo claro por parte del Ministerio de Salud, cuya titular Rosa Gutierrez, debería estar en Piura encabezando las operaciones de combate a la epidemia e incluso la propia presidenta; pero no para dar discursos vacíos sino para informarse in situ de las carencias de los centros de atención, y así tomar decisiones rápidas. Está de por medio la vida de millones de piuranos. Sin embargo, las trabas que sigue poniendo el Ejecutivo para abrir el caño de un presupuesto razonable para atender el dengue, sumado a la poca eficiencia de la Diresa Piura, impiden ver alguna luz al final del túnel.