El golpe bajo que acaba de dar el premier Guido Bellido al canciller Maúrtua y a su vicecanciller es solo una muestra más de que lo único que realmente le importa al ala radical de Perú Libre -que intenta gobernar de manera paralela a Castillo-, es consolidar su proyecto autoritario sin importar a quien tengan que sacar del camino, con tal de conseguirlo.
En un momento clave para la reactivación económica y estabilidad del país, cuando los empresarios nacionales y extranjeros buscan razones para creer en el marco de seguridad que les ha ofrecido el presidente Pedro Castillo para animarlos a invertir en el Perú; nada de eso parece importarle al señor Guido ‘Puka’, admirador de la terrorista Edith Lagos, para quien lo más importante es hacer sentir la voluntad autoritaria cerronista.
En su momento el jefe de Estado deberá dar explicaciones al país de por qué se reunió con Nicolás Maduro en secreto y sin autorización del Congreso, pero en todo caso a él y al canciller Óscar Maúrtua es a quienes les corresponde responder al país al respecto y no el premier.
Sin embargo, él de un plumazo, en un tuit, habló por ellos. En su desesperado intento de mostrarse poderoso, no solo sembró más división en su agrietado gabinete, también desnudó su debilidad. Sin duda, el que Castillo se haya visto empoderado luego de su contacto con los líderes mundiales y principalmente al recibir la oferta tácita de respaldo de parte del empresariado (si opta por el camino de la sensatez), al señor ‘Puka’ le hace sentirse amenazado. Mucho más si el papel del canciller Maurtua ha sido clave en el relativo éxito de la gira presidencial.
Esto demuestra una vez más que los intereses nacionales, que el Gobierno dé el rumbo al país hacia el fin de la crisis, le importa poco a este alfil de Cerrón. Con sus constantes ataques a los medios de comunicación, sus graves acusaciones de misoginia y ahora atribuyéndose funciones diplomáticas que no tiene, hace no solo insostenible su permanencia en el Gobierno, sino que obliga al jefe de Estado a decirle adiós. No hay otra salida.
O Castillo agacha la cabeza y acepta más imposiciones y el constante clima de enfrentamientos y cortinas de humo que Cerrón y Bellido promueve para allanar el camino hacia su proyecto de nueva Constitución, o se ajusta los pantalones y defiende los grandes intereses del país, el principal de ellos evitar la caída libre de la economía.