En las dos últimas semanas, al final de una tregua bastante prolongada de la pandemia, muchos peruanos se habían excedido emocional y económicamente pensando que la celebración de Navidad y Año Nuevo traerían una especie de liberación luego de casi dos años pandémicos, y de repente apareció ómicron que eligió nuestra región para empezar a expandirse.
A pocas horas de quemar el año viejo, aún escuchando el ruido de los últimos pirotécnicos, las autoridades intentan -más con palabras que con hechos- hacer cumplir nuevas medidas restrictivas por parte de una población que navega entre el optimismo, la rabia y la frustración.
De manera que, por duro que resulte decirlo, uno de los retos para los próximos doce meses será reducir la cantidad de renuentes a la vacunación y a las restricciones para enfrentar a ómicron y a cuantas variantes sigan apareciendo.
En lo económico, tal como ya ocurrió en el cuarto trimestre del 2021, la incertidumbre política seguirá obstaculizando la economía, siendo la inversión privada la variable más afectada, al no encontrar las condiciones favorables para emprender nuevos proyectos. Las expectativas empresariales publicadas por el Banco Central de Reserva del Perú así lo indican: se encuentran en su nivel más bajo desde la crisis de 2008-2009.
Se esperaba un crecimiento de 2.5% de la economía con la puesta en marcha de importantes proyectos mineros. ¿Esto será posible con un Gobierno de manos cruzadas ante la conflictividad minera? Al margen de ello, la demanda interna, principal variable detrás de la generación de empleo, se estancaría debido a una contracción de la inversión privada superior al 14%.
Revertir este bajo crecimiento, dependerá de si el Gobierno y el Congreso generan confianza, es decir si dejan de petardear el sistema democrático, las reformas en Educación, Transportes, etc.; si optan por atraer a los mercados con reglas claras; si se ponen del lado de los intereses del país y favorecen el reinicio del círculo virtuoso: más inversión, más crecimiento, más generación de empleo (de calidad) y reducción de la pobreza.