El pasado domingo, cuando muchos esperaban que la mandataria Dina Boluarte use la “bala de oro” que tiene como presidenta para obligar al Congreso paquidérmico a aprobar el adelanto de elecciones para el 2023, sorprendetemente dio largadas en un inútil intento por calmar a la calle y a la vez no pelearse con el Congreso.
Al simplemente “instar” al Congreso a aprobar el adelanto de elecciones para este año y pretender condicionar al siguiente Congreso que aún no ha sido elegido a aprobar una “Comisión Constitucional”, la jefa de Estado no solo perdió parte del reducido apoyo que tiene en la derecha, sino que endureció más al Congreso.
Como se sabe, el pasado viernes, a pedido de Hernando Guerra García, se votó en el Congreso un proyecto de ley sustitutorio para ir a elecciones presidenciales y congresales no en 2024, sino este año. La reconsideración solicitada se aprobó nada menos que con 68 votos, lo que hacía presumir que el Parlamento estaba interesado en el texto sustitutorio propuesto. Sin embargo, a la hora de votar, solo 45 congresistas apoyaron el proyecto y 65 en contra.
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Gracias a este mamaracho de decisiones congresales los peruanos nos quedamos sin adelanto de elecciones para el 2023 y 2024. Todo volvió a fojas cero. Lo que para el Congreso es una raya más al tigre, implica más violencia en las calles, todos perdemos.
Ante esta actitud, lo que muchos esperaban es que en su mensaje del domingo, y dado el grave clima de tensión y convulsión social existente, la mandataria saldría a responder al clamor ciudadano diciéndole al Congreso “si no apruebas el adelanto para este año, renuncio”.
Según la Constitución, si Boluarte renuncia, el país iría a adelanto de elecciones de inmediato sin ninguna reforma constitucional. Esto no necesariamente tendría que ocurrir porque los congresitas tienen fobia a dejar sus curules, pero hace rato que se habría aprobado el adelanto.
Sin embargo, Boluarte decidió redundar en lo que ya se ha convertido en un disco rayado: “exigirle” al Congreso de manera tan tibia el adelanto y anunciar que, si no lo hace, presentará otro proyecto, una medida que todos sabemos no funciona. Al cierre de esta edición, ayer el Congeso había postergado el debate demostrando que poco le importa que el país salga de la crisis.
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