De acuerdo con las estimaciones hechas por el científico peruano Marino Morikawa, la mancha de petróleo en el Pacífico, responsabilidad de Repsol, recién podría ser limpiada en dos años.

Si se hubiera actuado de inmediato, esto pudo hacerse en solo tres días. Lastimosamente, añadimos nosotros, las acciones en el Perú suelen estar precedidas por discusiones interesadamente inútiles. No es relevante la pérdida de tiempo; lo importante es la culpabilización y la excusa.

Precisamente, esto es lo que hemos visto en las últimas 72 horas: peleas por determinar una responsabilidad que a la luz de los hechos nos parece evidente, y pocas palabras sobre soluciones reales.

Morikawa -quien propone un sistema de limpieza de aguas usando nanotecnología- y organismos preocupados por el medioambiente coinciden en que se ha dejado pasar tiempo valioso; esta dejadez se evidencia en el rastro de muerte, según cálculos oficiales, pronto llegaría al litoral chimbotano.

Es decir que el mar de la costa norte estaría envenenado debido a una serie de negligencias que debieron haber motivado una actitud más enfática de parte de nuestros gobernantes, pero solo ha concluido en un decreto de emergencia bastante vago y en una genuflexa aceptación de canastas -nadie dice cuándo, cómo ni donde- para los afectados por este crimen ambiental. ¿Así será siempre?

Pero no solo nos hemos enfrascado en discusiones propias de Sherlock Holmes y el Inspector Truquini: también ha surgido un segundo pleito verbal, más bajo y más canallesco, el que pretende mirar esta tragedia con ojos de tasador político.

Medir la rentabilidad de asumir una u otra posición según el color de la bandera y querer calzar el contexto de un desastre a otro tipo de eventos no gratos ocurridos en el Perú es una técnica conocida por décadas: usar a los muertos -o a lo dañado- para justificar una adhesión política.

¿Cómo nos libramos de esta tentación nacional de caer en lo bizantino, en lo anecdótico, en la foto, en lo nimio y en lo cínico cuando nos referimos a las tragedias nacionales? Mediante la ley: en este caso, como en todos, debe imperar la ley, las reglas que la sociedad ha escogido para regularse y asegurar su supervivencia.

Si no se aplican las sanciones correspondientes y no se actúa conforme a la justicia, el petróleo en el mar no será lo peor que ocurra.