A solo siete meses de la llegada de Pedro Castillo a Palacio, la pus sigue saltando por todos lados en el sector transporte.
Al escándalo de contratos, coimas y direccionamiento de obras que salpica al presidente, se suma ahora una telaraña de corrupción y piratería en el transporte urbano que mancha la imagen de la Policía, sin duda una consecuencia más de haber tenido como ministro a un transportista enemigo de la modernización y formalización en el sector.
Mediante investigación periodística, la prensa nacional ha puesto al descubierto un sistema de corrupción destinado a premiar a los policías por dejar trabajar tranquilas a las empresas de “combis piratas” y taxis colectivos en la capital.
Según testimonios de algunos agentes, los choferes o propietarios de estos vehículos pagaban mensualmente para poder circular sin sanciones y “protegidos por la Policía”, alimentando una “bolsa” de S/4.500 en cada paradero para el “jefe de la jurisdicción” (cada jurisdicción puede tener en promedio ocho paraderos).
Lo irónico es que el renunciante y hasta hace tres días blindado ministro Juan Silva, en lugar de pedir disculpas al país por el escándalo de corrupción y direccionamiento de obras por al menos mil millones de soles (según las revelaciones de Karelim López), lejos de hacer un mea culpa por entorpecer la modernización del transporte urbano al ofrecer a algunos empresarios ampliar irregularmente por 10 an?os de la autorizacio?n a combis y cu?steres, ha tenido la desverguenza de bailar y ser despedido en el patio del MTC a ritmo de mariachis.
Las sorpresas continuarán, pero también el cinismo y desvergüenza de Pedro Castillo y su Gobierno. Todo indica que el reemplazante de Silva recibirá el encargo de ocultar las acusaciones como pueda. La justicia avanzará lenta y el Congreso, si bien ayer ya sumaba 30 firmas a favor de la vacancia, no reunirá las 87 que se necesita, no lo quiere hacer. Tal parece, como indica uno de los analistas consultados por El Tiempo, la estrategia del Legislativo seguirá siendo censurar ministro por ministro cuestionado para al final darle la confianza al gabinete.
No olvidemos que el contrapunteo entre Castillo y el Congreso no es tan cierto. En realidad ambos tienen intereses comunes y harán lo imposible para quedarse, más sabiendo que crece la cantidad de peruanos que exigen que se vayan todos.