Y mientras los piuranos esperamos casi sin esperanza que las obras de mitigación estén listas para la llegada de un Niño fuerte -con un 49 % de probabilidad, según el ENFEN-, quienes sí toman previsiones y planifican al milímetro y casi siempre son “eficientes” en sus “trabajos” son las bandas criminales que incrementaron en Piura sus zonas rojas de 70 a 77 %, incluyendo el centro de Piura y el mercado.
Como si no fuera suficiente lidiar con la incertidumbre generada por la recesión económica e ineficiencia de un Gobierno que no logra revertir la caída de la economía hasta ahora, las familias de la región están obligadas a enfrentan una asfixiante inseguridad con modalidades nunca antes vistas.
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Después de los años de pandemia y conforme se ha ido incrementando el costo de vida, la inseguridad ha dado un salto. De la delincuencia propia de los pericotes, escaperos, cogoteros y carteristas de poca monta, hemos pasado a la amenaza constante de matones a sueldo, extorsionadores con explosivos, cobradores de cupos, tratantes, delincuentes cibernéticos e imparables robacasas y robacarros.
Según el Observatorio de la Seguridad Ciudadana, solo en el distrito de Piura hasta el mes de setiembre se habían presentado 23 denuncias por extorsión (las no denunciadas serían mucho más numerosas), hasta octubre los casos de asalto y robo sumaban 10 mil 254, con el feminicidio de una profesora en Sechura ya son 111 los crímenes en la región.
Ante estas escalofriantes cifras, las medidas no pueden ser tibias o populistas. Es importante la iniciativa del Comité Provincial de Seguridad Ciudadana de validar un plan de seguridad y convocar a la unión de instituciones públicas, privadas y sociedad civil para hacer causa común y defendernos del enemigo común, pero no es suficiente.
El Gobierno Central ya demostró que solo está dispuesto a hacer declaratoria de emergencia sin recursos. Nos toca a los piuranos exigir no solo al Ejecutivo, también a los municipios y al GORE que se destinen las partidas indispensables para dotar de recurso a la Policía, así como recuperar la meritocracia apostando por los mejores detectives para capturar y denunciar a los cabecillas de las bandas. Los serenos cumplen un papel de apoyo pero quienes enfrentan cara a cara a la criminalidad es la Policía.