La Fiscalía ya confirmó que las cartas fianzas dadas por el Consorcio Constructor MNDC eran truchas, eran falsas. Se intentó estafar a los piuranos.
Pero, a estas alturas, ¿cabe pensar que en esto no tenga que ver algún funcionario –imagínese del rango que sea? El Gobierno Regional cuenta con técnicos capaces de averiguar quién es quién en el mundo empresarial.
Aun así, confiaron en un consorcio tres veces sancionado por el Estado y con antecedentes no tan limpios. ¿Quién favoreció la negociación con MNDC y Masedi? ¿Quién es el nexo entre la empresa y el GORE Piura? Dijimos hace unos días que en esta presunta estafa al GORE por cuatro millones de soles no había inocentes.
Seguramente, algún trabajador de limpieza, alguien que va a pedir un favor, o un ciudadano corriente que todavía cree en el repartidor de plátano y pescado; pero ningún funcionario se salva de la sospecha de haber contribuido a este terrible delito. Y aunque es obvio que existen sanciones penales -que la justicia deberá determinar- para tan cochinas conductas, son importantes también las implicancias políticas de este salto de cuello blanco.
En principio, habrá que averiguar qué hizo el gobernador o sus allegados al respecto. La idea de gobernar o gerenciar una región, implica saber todo lo que ocurre en cada oficina.
¿Es posible que Servando García o Jesús Torres Saravia no hayan sabido cómo se gestionó este presunto delito? Es razonable que una persona como Servando García, acostumbrado a correrse de la gente, salvo cuando le dan un protocolar
aplauso, no haya querido entenderse directamente del tema, ¿pero qué hay de su “Robin”? ¿El gerente general nunca supo que un par de supuestos aprovechados pretendían sacarle plata a la región, en precisos momentos en que esta se muere por las limitaciones técnicas del sistema de salud, y esa plata pudo tener mejor uso?
Seguro el gerente estaba llenando balones de oxígeno para Talara. Increíble. También hay que poner los ojos y las manos en toda esa red que se hace la sorda, ciega y sordomuda cuando alguien ordena armar el “faenón”. Ninguno de ellos, por cómplices o mudos, puede seguir trabajando en el Estado ni tener la confianza de los supuestos líderes de la región.
Seguramente, alguien dirá: ¿pero qué gobierno no ha robado? Esta expresión es triste y debería ser desterrada de la cultura política. Pero lo peor en este caso es que sean tan manaturolosos y no sepan ni robar.