A poco de cumplirse un año del Gobierno de Dina Boluarte, su administración se sigue ganando a pulso una enorme desaprobación y etiqueta de gobierno desastroso, indiferente e indolente. Uno de los principales retos de la exfuncionaria de Reniec al llegar a Palacio era reconectar con el sector privado y promover un clima de confianza favorable a la inversión, pero no solo no lo ha conseguido, la economía ha empeorado.
Luego que el MEF aceptara la recesión y cuando el país aún no muestra signos de recuperación, la última Encuesta de Expectativas Macroeconómicas elaborada por el Banco Central de Reserva arroja resultados preocupantes: la confianza empresarial se ubica en un tramo pesimista, según los 7 indicadores elegidos para las mediciones. Entre estos destaca el Índice de expectativas de la economía a 3 meses, el cual se encuentra incluso por debajo de los 40 puntos, 1.71 puntos menos que en el reporte de setiembre y 5.36 puntos menos que en el de agosto.
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La confianza empresarial tiene una gran influencia en la inversión privada, y por tanto en el PBI, pero quienes están en el Congreso con 6 % de aprobación, contribuyen también destruyendo las pocas razones para confiar. Mientras el país está distraído con la Selección, su entrenador y sus fracasos, ellos avanzan en agravar la crisis política trayéndose abajo todo lo que signifique mejorar la calidad de las siguientes elecciones.
Acaban de petardear las elecciones internas, quieren imponer a dedo a más mochasueldos, más malandros con corbata, más comepollo, más traficantes de influencias. Aunque esa calidad de autoridades solo nos garantiza más crisis política permanente y más barreras para la recuperación económica, ellos no están dispuestos a dejar de contaminar la administración pública. No quieren elecciones democráticas y transparentes para mejorar la calidad y eficiencia en el Estado, quieren tómbolas de 25 o 30 candidatos en los que como siempre nos obliguen a tener que elegir entre el cáncer y el sida.
¿Y la confianza de la población en el Gobierno? ¿Creerán en las promesas oficiales quienes han perdido o perderán su capital o su trabajo por la ineficiencia del Gobierno y del Congreso? Por supuesto que no. Pero, como acaba de decir el señor Montoya al aferrarse a su bono de casi 10 mil soles, la mala imagen del Congreso les tiene sin cuidado.