Lo bueno de la nueva crisis de gobernabilidad que afecta al país es que le ha permitido conocer quién es realmente Pedro Castillo.
La rápida caída de su tercer gabinete no le dio tiempo de crearse una de sus acostumbradas caretas. Ni maestro chotano, ni marginado representante del Perú profundo, su último mensaje lo pintó con mayor objetividad: no solo como alguien incapaz de ver la realidad y reconocer errores, sino también como un mitómano frío y calculador.
Y es que a estas alturas, ya todo el país se dio cuenta que -el viernes- al enviar al premier a pedir un urgente debate para que el Congreso le dé la confianza, aún sabiendo que muchas bancadas habían adelantado que no se la darían, su objetivo era en realidad voltear la tortilla.
Es decir, allanar el camino para decir luego en su mensaje a la nación que la salida de Valer se debe al mal accionar del Congreso y no a su irresponsable designación de un maltratador de mujeres como jefe de la PCM.
En lo que va de su gestión solo hay escándalos y cero aprendizaje, lo único que ha demostrado es que no le interesa gobernar, menos cumplir su promesa de reivindicar los derechos de los más débiles y una distribución más justa de la riqueza.
Luego de tres crisis y tres gabinetes, lo que queda claro es que no da la talla, y no le interesa cambiar de rumbo; además, que su única bandera es el populismo mercantilista y demagógico y que su plan en el poder es debilitar lo más que pueda las instituciones, para copar completamente el Estado con gente impresentable que le permita hacer lo que le venga en gana.
¿Alguna diferencia con anteriores gobiernos para el olvido? Solo el sombrero, está demostrando igual o peor falta de honestidad en sus acciones. Obedece más a sus asesores que a su Gabinete.
Si Fujimori obedecía a Montesinos, Castillo hace a piejuntillas lo que le dice su “Gabinete en la sombra”; mientras la dupla Fujimori-Montesinos capturó las instituciones del Estado, él está tratando de hacerlo con la Policía al desmantelarla para volverla dócil y ciega.
El pocurador y la jefa del INPE han sido destituidos, el primero por denunciarlo y la segunda por obstaculizar un plan para excarcelar a Antauro Humala. Si sigue en el poder, las consecuencias para el país son impredecibles.
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