Luego de la predecible caída del ministro Carlos Gallardo, cuya permanencia en el Ministerio de Educación era insostenible debido a una serie de acusaciones, pero también por su pésimo desempeño, su sucesor encontrará el sector en emergencia y con la necesidad urgente de un liderazgo capaz de reimpulsar el proceso de transición de las clases virtuales a las presenciales. Y este es solo el tema más urgente.
Como para que no quede dudas sobre su incapacidad para el cargo, pocas horas antes de su caída en el Congreso -con 70 votos a favor, 38 en contra y 7 abstenciones-, el propio Gallardo, en conferencia de prensa, se había encargado de dejar en claro que sus prioridades no eran sacar a su sector de la crisis en que se encuentra, sino avivar el enfrentamiento entre sindicatos. Es más, evidenció falta de objetividad al mostrarse casi como abogado de la Fenatep, ligada a Movadef, brazo político de SL.
En lugar de hacer las veces de árbitro imparcial, como corresponde a su cargo de ministro, se dedicó a atacar a la Derrama Magisterial y al Sutep -gremio más antiguo del magisterio peruano-, al decir que hace mucho tiempo no es un sindicato, culpándolo, además, de estar “en contra del Gobierno de Castillo”.
Después de los cuestionados nombramientos en su cartera y la filtración de la prueba de nombramiento docente, entre otros aspectos que lo llevaron a su censura, Gallardo deja un Minedu más debilitado e inestable de lo que ya estaba por la pandemia. El país necesita con urgencia de un ministro dialogante, que tienda puentes en lugar de dividir, que entienda que la prioridad para asegurar el futuro del país es fortalecer las reformas educativas en marcha, poner los estudiantes, la meritocracia de los maestros y la calidad educativa en el centro y no los intereses sindicales.
Como señala la exministra Flor Pablo, hay en el sector muchos profesionales que cumplen con el perfil para reemplazar a Gallardo: que son honestos, correctos y jamás priorizarían los intereses personales o partidarios, tampoco los negocios ni sindicatos, sino los estudiantes y la educación de calidad. La pregunta es si el presidente Pedro Castillo, que ayer acudió a declarar ante la fiscal de la Nación por uno de sus escándalos, estará en condiciones de elegir al ministro que el país necesita en estos momentos.